lunes, 23 de julio de 2012

Las fabulosas canciones del verano

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Es tal la sutileza de las canciones del verano (“mami, qué será lo que tiene el negro”, “a ella le gusta la gasolina; dame más gasolina”, “aserejé ja dejé”…) que nos dejamos las neuronas tratando de descifrar sus significados más ocultos y pasamos por alto los más obvios. Sucedió con “Los micrófonos”. “Prova, prova los micrófonos”, jadeaba hace unos años una políglota italiana con ese insuperable tesón de las canciones del verano. Pero la gente se dedicaba a pensar en cosas raras y tórridas en vez de concentrarse en el mensaje literal. Y mira que Tata Golosa lo decía claro e insistentemente: hay que probar los micrófonos. Solo así podemos saber cuándo se nos oye y cuándo no, y hablar en consecuencia. En realidad, “Los micrófonos” era una canción política, dirigida a políticos, que de haber sido convenientemente escuchada habría ahorrado a nuestros próceres más de un bochorno.
Los micrófonos captaron el “que se jodan” que dijo Andrea Fabra cuando creía que no la oían, y ahora es ella la protagonista de esa canción del verano que se anda con las mismas sutilezas que la diputada y que reza: “que se jodan los que ocultan, que se jodan los que insultan (...) y si soy parado digo: que se joda Andrea Fabra”. Muy bailable no es, pero desahoga casi tanto como el “Que la detengan” o el “Candela, que te den candela; veneno, que eres un veneno; cobarde, que has sido un cobarde. Con Dios y te aguante tu padre”. ¿O era “tu madre”?
Cuando nadie me ve, puedo ser o no ser. No enciendas las luces que tengo desnudos el alma y el cuerpo”, cantaba Alejandro Sanz en una canción del invierno. Es cuando nadie nos ve, cuando nadie nos oye, o cuando creemos que nadie nos ve (no enciendas las luces) ni nos oye (prova prova los micrófonos) cuando somos tan miserables o tan grandes como podemos llegar a ser. Richard Avedon fotografió a Marilyn Monroe cuando nadie la veía, después de horas de haber hecho de mujer sexy, y salió la foto de Norma Jean, una mujer con la mirada baja y la inseguridad de quien duda si llegará a ser feliz alguna vez, el retrato de un animalillo indefenso. Es ahí, cuando nadie nos ve, cuando nadie nos oye, cuando sale el animal que somos, ya sea cervatillo, cerdo, mariposa, leopardo o alimaña. Si queremos seguir ocultándolo, será mejor comprobar los micrófonos. Qué gran moraleja.
A ver si la canción del verano va a ser la heredera de la fábula. Si no a santo de qué tanto animal: que si el tiburón, que si el “venao”… Y esas moralejas: “para hacer bien el amor hay que venir al sur”, “dale a tu cuerpo alegría (Macarena)”, “toma vitamina cuando te enamores y nunca llores”, “maiahii maiahuu”… “Prova, prova los micrófonos.”

Esta columna apareció publicada en Heraldo el 22 de julio de 2012.

2 comentarios:

Mara dijo...

Genialoso, jejeje. Coincido hasta en las comas, :) y reformulo lo que ya has dicho, que los grandes gestos, los que marcan la diferencia, no se hacen buscando un aplauso y no suelen tener público.
un abrazo!

susanarosique dijo...

Madame Oro, feliz verano acompañado de una bonita y alegre banda sonora original! Saludos, S.